A un paso de las playas de la Costa Dorada, en medio de las montañas que abrazan el litoral del Baix Camp, se encuentra una oferta cultural y monumental que esconde más de una sorpresa.
En este sentido, el sello turístico Montañas de la Costa Dorada es una iniciativa que se encarga de dar a conocer todos estos tesoros al visitante y de facilitarles el acceso, mediante acciones de promoción y una señalización adecuada de cada lugar. Así, resulta inexcusable visitar estas joyas de la cultura: pintorescas ermitas rodeadas de naturaleza, un imponente castillo-monasterio cargado de historia, arquitectura industrial antigua, iglesias que permiten adentrarse en el túnel del tiempo...
Y en medio de todos los elementos patrimoniales de más renombre, resalta la arquitectura tradicional y popular, común en todos los pueblos de la zona. Sus edificaciones de piedra se caracterizan por la belleza y la sobriedad, enmarcadas en calles estrechas y empinadas, con rincones llenos de encanto que se adaptan a las imposiciones de un terreno irregular. A toda la variada oferta arquitectónica, ejemplo de diferentes épocas y estilos, hay que sumar las numerosas fiestas y representaciones culturales que, sobre todo en los meses de verano, se celebran en diferentes pueblos, algunas de las cuales están consideradas de interés nacional.
En cualquier caso, este verano los pueblos del interior de la Costa Dorada abren sus tesoros culturales a todo aquel dispuesto a dejarse sorprender.
En este sentido, el sello turístico Montañas de la Costa Dorada es una iniciativa que se encarga de dar a conocer todos estos tesoros al visitante y de facilitarles el acceso, mediante acciones de promoción y una señalización adecuada de cada lugar. Así, resulta inexcusable visitar estas joyas de la cultura: pintorescas ermitas rodeadas de naturaleza, un imponente castillo-monasterio cargado de historia, arquitectura industrial antigua, iglesias que permiten adentrarse en el túnel del tiempo...
Y en medio de todos los elementos patrimoniales de más renombre, resalta la arquitectura tradicional y popular, común en todos los pueblos de la zona. Sus edificaciones de piedra se caracterizan por la belleza y la sobriedad, enmarcadas en calles estrechas y empinadas, con rincones llenos de encanto que se adaptan a las imposiciones de un terreno irregular. A toda la variada oferta arquitectónica, ejemplo de diferentes épocas y estilos, hay que sumar las numerosas fiestas y representaciones culturales que, sobre todo en los meses de verano, se celebran en diferentes pueblos, algunas de las cuales están consideradas de interés nacional.
En cualquier caso, este verano los pueblos del interior de la Costa Dorada abren sus tesoros culturales a todo aquel dispuesto a dejarse sorprender.
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